viernes, 14 de enero de 2011

La formación de los desempleados, problema no resuelto

Uno de los mayores retos a los que se enfrenta el Ministro de Trabajo Valeriano Gómez es el de cómo dar una respuesta eficaz al problema del desempleo y más concretamente a la formación de desempleados que es una de las piezas clave de las llamadas políticas activas de empleo. Lo curioso de todo esto, es que todo el mundo está de acuerdo en identificar el problema, en hacer el diagnóstico de nuestra enfermedad, pero no se acierta con el tratamiento. Y es que está claro que el porcentaje de parados que se forman es muy bajo, que no reciben una formación adecuada para facilitar su inserción laboral, que hay que ofrecer unos cursos adecuados a las demandas de las empresas. Sin embargo cuando se trata de regular un modelo de formación orientado al empleo es cuando se falla y se establecen normativas que sólo sirven para controlar a los centros de formación y que no están orientadas a lo que debe de ser el fin último de la formación para el empleo, que es que los alumnos desempleados encuentre trabajo.

Los organismos autonómicos que se encargan de la ejecución de las políticas activas de empleo deberían de tener más gestores de empleo y menos gestores de subvenciones que parecen sólo preocupados en que se cumpla con pelos y señales una normativa altamente burocratizada, sin ver más allá, sin tener en cuenta que de lo que se trata es de que la formación sea un elemento necesario en la trayectoria de cada trabajador para que aumente su nivel de empleabilidad y su reciclaje profesional.

Este interesante artículo trata de un estudio llamado "La formación de los desempleados en España" de la Fundación élogos, y en él se dice lo siguiente:

"Entre las políticas de mejora de la empleabilidad, la formación para el empleo, y en especial la dirigida a desempleados es, probablemente, la que concita mayor unanimidad en cuanto a su eficacia para la inserción, la reinserción y reciclaje profesional, dada su capacidad para mejorar las competencias profesionales y la relación del trabajador con su entorno productivo. La formación para el empleo ha de situarse como una verdadera política de estado".

Esperemos que así sea y que las próximas reformas en esta materia tengan en cuenta criterios de flexibilidad, de demanda real del mercado laboral y de inserción laboral efectiva.

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